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La Biblia y sus autores (página 2)




Enviado por Agustin Fabra



Partes: 1, 2, 3

La atribución a Salomón es, pues,
ficticia, pues la cultura hebreo-bíblica no surge hasta el
cautiverio hebreo en Babilonia. El hebreo empleado en el texto
es, además, obviamente tardío y contiene algunos
arameísmos e incluso influencias del griego, lo que
sugiere que cuando se compuso ya estaba escrita la Septuaginta.
Por todos esos motivos filológicos y por la
simbología de la obra se sitúa la redacción
en el siglo IV a.C.

Su canonicidad fue puesta en duda en ámbito
judío pero fue establecida firmemente en el Concilio de
Jamnia. En la tradición cristiana siempre ha sido
considerado canónico. Llama la atención el uso que
se da de este libro en la misa en memoria de María
Magdalena.

A primera vista, el Cantar de los Cantares se estructura
como un poema de amor conyugal a voces o cantos alternos, ajeno a
todo plan organizado y que escapa a cualquier
categorización rigurosa. Trata de dos amantes,
Salomón y Sulamita, que han sido obligados a separarse
pero que se buscan con desesperación. Declaman su amor en
una forma poética altamente sofisticada, se reúnen
y vuelven a separarse, siempre con la profunda
esperanza de volver a estar juntos para siempre,
apoyándose en la antigua premisa de que El amor siempre
triunfa.

24.- Lamentaciones

El Tanaj hebreo ubica este libro en los Ketuvim, los
escritos. Sin embargo las versiones griega y latina las colocan a
continuación de Jeremías, a quien se atribuye su
composición. El nombre hebreo del libro es ekah.
Más tarde, la literatura rabínica lo llamó
qinot, que los LXX tradujeron como Trenos y la Vulgata como
Lamentaciones.

Tanto la tradición judía como la cristiana
atribuyen el libro a Jeremías, apoyando sus afirmaciones
en el hecho de que el contenido de los poemas corresponden a la
época en que vivió el profeta. Sin embargo no hay
prueba alguna de la autoría de Jeremías. El
único indicio es una sola frase en II Crónicas:
"Jeremías compuso una lamentación sobre
Yosiyahu".

El argumento para rebatir su autoría es que
Jeremías no parece un hombre inclinado a géneros
tan complicados y difíciles como los poemas de
lamentación. Por otra parte, no formaba parte del partido
proegipcio ya que el libro implora la ayuda del faraón, ni
se alegró por la muerte de Sedecías, mientras que
el libro la celebra. Además Jeremías nunca
testimoniaría en contra de la verdad de las
profecías ya que él mismo era un
profeta.

Salvo el capítulo 1, las Lamentaciones fueron
escritas en Jerusalén en fecha posterior a la caída
de la ciudad en manos de los caldeos y deben haber servido para
las ceremonias religiosas que persistieron en el templo luego del
Exilio.

Como los textos se refieren al arrepentimiento por las
desobediencias que causaron la catástrofe bélica,
junto con el duelo de la ciudad y sus habitantes, los
judíos las recitan en el gran ayuno que conmemora la
destrucción del Segundo Gran Templo de Jerusalén a
manos de los babilonios

Las teorías actuales sostienen que las
Lamentaciones se escribieron en Jerusalén luego de la
catástrofe de 587 a. C., pero no por la misma mano ni al
mismo tiempo. Los autores verdaderos fueron obviamente
judíos piadosos y versados en la Ley, y, con toda
probabilidad, eran sacerdotes que conocían perfectamente
el Libro de Jeremías. El capítulo 1 puede ser tan
antiguo como de 597 a. C.

25.- Job

Su autor es desconocido, aunque la tradición lo
atribuye a Moisés, el cual posiblemente conociera a Job
durante su huida del Bajo Egipto. Si este fuera el caso, Job era
un habitante de la península arábiga, situada al
este del imperio. Aunque algunos de estos especialistas datan el
libro entre el año 500 a. C. y el año
250 a. C., su cita en antiguos manuscritos judíos
descartan tal opción. Popularmente se considera que este
fue escrito alrededor del año 3500 a. C.

Dada la perfección formal del escrito se piensa
normalmente en la época de oro de la literatura
judía, es decir, entre los siglos X y VIII antes de
Cristo. Por otro lado, la problemática tratada habla de
una datación incluso posterior, por lo menos tras las
deportaciones y en tiempos del profeta Malaquías: entre el
538 y el 330 a. C. El autor es anónimo pero de gran finura
religiosa y conocimientos. El apéndice que añade la
traducción de los LXX afirma que Job vive en Uz, entre los
confines de Idumea y Arabia.

Aun cuando la temática del libro es unitaria, hay
diversos indicios de una composición más compleja,
como por ejemplo, la variación en el uso de los nombres
divinos (Yahveh, Saddai, Eloah, Elohím). Sin embargo se
mantiene a lo largo de la obra el uso coherente. Por ejemplo, Job
solo usa una vez el nombre "Yahveh" en el prólogo y en una
expresión corriente. Al parecer las arengas de
Elihú resultan ser añadidos, debido a su forma de
razonamiento y a que el discurso anterior y posterior ni siquiera
lo toman en cuenta.

26.- Proverbios

Los Proverbios se atribuyen tradicionalmente al rey
Salomón. Los capítulos 10 al 22, 16 así como
25 al 29 son atribuidos a Salomón y al menos
se puede demostrar, por medio del uso que en ellos se hace de
géneros literarios más arcaicos como el
dístico, que son de los más antiguos del libro.
Asimismo se hacen menciones a la vida cortesana que no
podrían provenir de tiempos posteriores dado que el
índice de esplendor y de florecimiento no será
igualado en los reinados posteriores. La sección de
máximas de la segunda de ellas eran ya antiguas y muy bien
conocidas en tiempos de Ezequías, esto es, durante las
invasiones asirias de alrededor de 722 a. C.

Sin embargo, también se encuentran algunos
arameísmos que complican la datación o, al menos,
dan cuenta de ciertos retoques o añadidos posteriores. Se
supone que el autor del 30 es Agur, mientras que Samuel
redactó el 31.

Además de la monocorde repetición de
fórmulas casi idénticas, el libro contiene
numerosos consejos y órdenes pedestres y terrenales, que
no parecen tener relación alguna con un mensaje divino.
Sus ideas de la vida y de la relación entre el hombre y
Dios son simples y terrenales.

Pero las verdades que expresa son incuestionables para
el hombre con experiencia, y la mayoría de los consejos no
han perdido su validez a pesar de los miles de años
transcurridos. La idea de que el hombre ha sido llamado al
servicio de Yahvéh no lo dispensa de actuar con
sabiduría en los asuntos de menor rango, porque las
virtudes naturales y la sabiduría de la tierra, el campo y
la familia están en la raíz misma de la
santidad.

27.- Eclesiastés

El autor se llama a sí mismo Qohéleth, que
significa literalmente el hombre de la asamblea o el
representante de la asamblea
. El vocero, un tribuno de la
asamblea del pueblo que, cansado de las ideas dominantes, se
decide a tomar la palabra.

En el Tanaj Qohéleth es el nombre que se
da al libro. La Septuaginta griega lo traduce como
Ekklesiastés, y de ese título se deriva el
título español Eclesiastés. Sin embargo, una
traducción más aproximada de Qohéleth es
el congregador, lo que también se aplica mejor a
Salomón e indicaría con qué propósito
escribió dicho autor el libro.

Eclesiastés es un libro post-exílico, cuyo
autor se llama a sí mismo hijo de David y rey
en Jerusalén
(Eclesiastés 1:1), atribuido
tradicionalmente al rey Salomón, a pesar de que
actualmente su autoría se considera un
misterio.

Varios círculos de eruditos niegan la
autoría salomónica. Comentan que se atribuía
a Salomón cualquier obra de tema filosófico
eminente de la que se desconocía el autor, y que el estilo
literario y el uso de la lengua lo ubica en tiempo de los persas
de Ciro. Otro argumento es que el autor dice
explícitamente en Eclesiastés 1:12 que en el
momento de escribir el libro ya no era rey: fui rey en
Jerusalén
. Sin embargo, quienes defienden la
autoría salomónica sostienen que esta última
idea presenta oposición histórica, pues
Salomón fue el hijo de David que llegó al trono, y
que su comentario fui puede ser una figura
retórica o poética.

Actualmente la mayoría de los eruditos comentan
que conocer la fecha y autoría del libro con certeza es
imposible por falta de evidencias históricas. El
círculo de comentaristas a favor de la autoría
salomónica lo sitúan en su vejez, cuando su
filosofía había sido enriquecida por
filosofías foráneas (1Reyes 10:23-24).

El autor parece un hombre incuestionablemente ilustrado.
Qohéleth conoce lo que pasa fuera de las fronteras de
Israel, ha viajado y ha estado en profundo y prolongado contacto
con el helenismo. Aunque esto es claro, mucho más
difícil resulta establecer con cuál de las tres
grandes corrientes de pensamiento helénico comulga o
simpatiza: no se sabe si fue cínico, epicúreo o
estoico.

28.- Sabiduría

El Libro de la Sabiduría, o Sabiduría de
Salomón, es un libro bíblico del Antiguo
Testamento. No está incluido en el Tanaj judío
hebreo-arameo, pero distintas facciones y expresiones del
Cristianismo Histórico lo incluyen en sus Biblias entre
los llamados deuterocanónicos, en tanto que los grupos
protestantes, y otros grupos cristianos con ideas diferentes de
los antes citados, lo excluyen de sus Biblias, así como a
los otros deuterocanónicos.

Debido a una antigua tradición piadosa, durante
muchos Siglos, el llamado Cantar de los Cantares, así como
los Libros de los Proverbios, del Eclesiastés, de la
Sabiduría, y otros Libros de Salmos, fueron atribuidos a
la autoría de Salomón, personaje a quien cita la
Biblia como hijo y sucesor del rey David, dotado de una gran
sabiduría, así como de una gran habilidad para las
relaciones diplomáticas, constructor del primer gran
templo de Yahveh en Jerusalén, y también como el
último rey en común de todas las tribus israelitas.
Sin embargo, en el caso de todas estas obras, los estudiosos
bíblicos ya han determinado que esta atribución,
casi seguramente, no es ninguna otra cosa sino un artificio
literario, destinado a exaltar, por una parte, la gran
inteligencia legendaria del mencionado rey, y, por otra, a tratar
de aumentar la autoridad de los escritos al atribuirlos a un
autor conocido, ilustre en razón de su realeza, y, por
añadidura, notable y destacado en el campo del
conocimiento.

El autor de este libro ha sido un convencido israelita
piadoso, profundo conocedor de los textos sagrados, la historia y
las costumbres propios de su pueblo. Reproduce de forma muy fiel
y minuciosa los usos y costumbres propios de la liturgia de los
cultos paganos de la cultura egipcia, a los cuáles
reprueba y considera no actos religiosos, sino tan sólo
prácticas idolátricas supersticiosas. Está
versado en la cultura alejandrina, y parece ser, por
consiguiente, un israelita de la Diáspora, avecindado o
residente en Alejandría. Y, como tal, escribe en una
lengua griega muy fluida, provista de algún cierto grado
de elegancia.

De lo anterior se desprende que, si el autor era
alejandrino, la fecha del manuscrito no puede remontarse a
ninguna fecha anterior a la fundación de la ciudad por el
conquistador Alejandro Magno, en el 330 a. C. Desde allí
en adelante, la fecha exacta permanece sumida en el misterio y no
hay evidencia de que haya existido algún original hebreo o
arameo que pudiese brindarnos mayores precisiones, sino tan
solamente el texto griego.

Los estudiosos han determinado que el libro fue escrito
en pleno período helenístico, principalmente por la
armonía que el autor evidencia entre la espiritualidad
judía y la mentalidad griega. Aunque el autor del Libro de
la Sabiduría da muestras fehacientes de no haber asimilado
de manera alguna profunda o substancial algún tipo de
doctrina filosófica griega, sí se le observa, en
cambio, utilizar en numerosas ocasiones términos
habituales entre los estoicos y platónicos.

El autor de este libro utilizó como fuentes para
sus convicciones los textos de la Biblia griega de los LXX. Y, si
bien no lo afirma de una manera expresa, parece sugerir en
algunos pasajes que los alejandrinos se encontraban, en el
momento en que él escribe, llevando a cabo alguna forma de
campaña de discriminación contra los israelitas. De
forma tal que no sugiere una acción de genocidio o de
limpieza étnica, sino más bien algunas expresiones
sutiles de animadversión o de desprecio, que pudieron
haber estado en boga durante aquellos tiempos.

29.- Eclesiástico o
Sirácides

El Libro de la Sabiduría de Jesús, hijo de
Sirac, es uno de los Libros Sapienciales del Antiguo
Testamento, común y familiarmente llamado Libro de
Sirácides, o bien, del Sirácida.

La tradición latina lo ha llamado Libro del
Eclesiástico. Sin embargo, a pesar de este nombre, no debe
confundirse con el Eclesiastés, el cual es otro libro
sapiencial del Antiguo Testamento, de nombre similar. Tampoco
debe confundirse con la expresión Libros
Eclesiásticos, usada de manera muy tardía entre los
protestantes para hacer referencia, de forma sistemática,
a todos los escritos Deuterocanónicos.

Forma parte del Canon Amplio Oriental y Occidental,
sustento de las Biblias propias de las iglesias cristianas
Ortodoxas, Orientales y de la Iglesia Católica.
Ésta lo incluye entre los textos comúnmente tenidos
por deuterocanónicos. En las Biblias Católicas se
le suele ubicar al final de las series de textos y escritos
sapienciales, después de Sabiduría y antes de las
series de los Libros Proféticos.

Los judíos contemporáneos no lo incluyen
en el Tanaj, aunque hay pruebas de que por lo menos algunos
grupos judíos de tiempos de Jesús sí lo
incluían entre los Escritos o Hagiógrafos, es
decir, la tercera sección del Tanaj.

A diferencia de otros Libros Sapienciales, el Libro
Eclesiástico es el único de entre los Libros
Sapienciales de cuyo autor sabemos con certeza el nombre. En el
capítulo 50 dice expresamente lo siguiente: "Doctrina
de entendimiento, y de conocimiento, grabó, en este libro,
Jesús, hijo de Sirac, de Eleazar, el jerosolimita que
desbordó sabiduría de su corazón…"

(Sirácides 50,27).

Se trata posiblemente de un sabio de Jerusalén
que escribió la obra hacia el año 190 a. C. Se
dedicó desde joven al estudio de la Ley y la
Sabiduría, y buscó la salvación en la
oración. Ben Sirac es un hombre que ha viajado y que
dispone de una rica experiencia de vida basada en la
observación. Ha sido calumniado con acusaciones falsas;
aclarada la verdad por obra de Dios, entona un canto de
acción de gracias que cristaliza en este libro.

Algunos exponentes sugieren que Sirácides
debió pertenecer a la escuela judía saducea, o que
tal vez simpatizaba con sus ideas. Mas dado que el libro fue
hallado entre los Rollos Manuscritos del Mar Muerto, así
como en las ruinas del fuerte de Masada, es mucho más
probable que su obra hubiera sido un texto universalmente
aceptado y al que se recurría para alentar la fe de
diferentes escuelas de judíos disidentes, y aun
discrepantes unas de otras.

El original fue escrito en hebreo; la traducción
griega se considera obra de un nieto de Ben Sirac unos
60 o 70 años después. Hoy se dispone de
copias del texto hebreo manuscritas por los judíos
caraítas en el Siglo IX, encontradas en el depósito
de una sinagoga en El Cairo en 1896 (3,6-16,26; 18; 19;
20; 25; 26; 36; 37; 35,11-38,27; 39,15-51,30), en
1931 (32,16-34,1) y 1958, así como de fragmentos de
manuscritos copiados en el Siglo I o antes, encontrados en
Qumrán (6,14-15; 6,20-31; 51,13-19) y en 1964
en la fortaleza de Masada (39,27-32; 40,10-19,26-44;17,6).
Actualmente se dispone de dos tercios del texto hebreo: 1.108
versículos, con respecto a los 1.616 del total de que
consta el texto griego.

Jerónimo de Estridón menciona haber tenido
el texto hebreo, pero que al final optó por sólo
revisar y corregir la traducción latina, que ya
existía previamente, para incluirla en su propia
versión de la Vulgata.

En el Prólogo de la versión griega se
menciona expresamente que se trata de una traducción
vertida del hebreo por un nieto del mismo Ben Sirac, a fin de
cultivar y edificar la de los judíos de Alejandría
y da una fecha: el año 132 a. C. A pesar de todo lo
anterior, el origen hebreo del texto ha sido muy discutido. Hubo
quienes llegaron a sostener que los textos hebreos encontrados en
El Cairo eran una traducción, pero tras el hallazgo de los
manuscritos de Qumran y Masada se sabe sin lugar a duda que fue
escrito en hebreo.

La datación puede fijarse con cierta certeza
porque Jesucristo habla elogiosamente del Sumo Sacerdote
Simón, segundo de este nombre (Sirácides 50), que
parece haber sido su contemporáneo. El traductor del libro
al griego manifiesta que Jesús era su abuelo, y que
él, el traductor, partió hacia Egipto en el
año 38 del rey Evergetes, es decir, en el 132 a.
C.

Por una parte, el autor no sabe nada acerca de las
persecuciones del pueblo judío por Antíoco IV
Epífanes, y no ha oído hablar de la conquista de
Jerusalén ni del saqueo del Templo, hechos que comenzaron
en 170 a. C. Por tanto, el libro debe haberse escrito antes,
alrededor de 180 a. C. En esos tiempos el helenismo había
hecho presa de la nación judía, y contra esta
invasión de cultura foránea habría
preconizado Ben Sirac.

El libro constituye un inapreciable y casi único
testimonio de la realidad de su tiempo y de las costumbres y usos
judíos de entre la fecha de la composición original
y la de la traducción del nieto de Sirácides (130
a. C.).

30.- Isaías

El Libro de Isaías es un libro bíblico del
Tanaj judío y del Antiguo Testamento de los cristianos,
que se incluye como primero de los denominados Libros
proféticos. El libro suele atribuirse a Isaías, el
primero de los grandes profetas hebreos, razón por la cual
lleva su nombre.

El Libro de Isaías, largo y complejo como es, no
pudo haber sido escrito por un solo autor. Los especialistas
consideran evidente que la obra se fue formando a lo largo de
muchos años, con partes provenientes de tiempos y lugares
muy distintos.

Hay diversas hipótesis y muchos críticos,
incluso católicos y protestantes, que creen que el libro
no fue escrito por un solo hombre, sino por tres. A falta de
nombres mejores, se conoce al primer autor como proto
Isaías
, al segundo como deutero
Isaías
y se llama al tercero trito
Isaías
.

El castigo de Dios contra el pueblo infiel es una de las
ideas centrales del Libro de Isaías. Dios es el
único y verdadero creador del mundo y, por lo tanto,
dueño del mismo; ha hecho una alianza indisoluble con el
pueblo de Israel y, al verla traicionada, ha llamado con un
silbido a los ejércitos egipcios y asirios para que
castiguen en Su nombre a los impíos.

31.- Jeremías

El mensaje principal de Jeremías es simple: ya es
demasiado tarde para evitar la disciplina de Dios, así que
aceptadla y alejaos de vuestros pecados. Sin embargo,
después de un periodo de castigo, Dios restaurará
Judá. Jeremías usa con frecuencia acciones
figurativas para comunicar su mensaje, tales como romper un tarro
de barro para mostrar cómo Dios destruirá
Jerusalén.

Jeremías, profeta de Judá e hijo de
sacerdotes, nació en Anatot alrededor del 650 a. C.
Prácticamente no profetizó fuera de
Jerusalén y lo hizo en el período comprendido entre
628 a. C. y 580 a. C. Es decir, entre sus 22 y 70 años de
edad. Pasó, por lo tanto, casi toda su vida adulta
profetizando en su ciudad. Fue testigo de los reinados de
Josías, Joaquín y Sedecías.

Fue coetáneo de otros profetas: Nahum, Habacuc y
Sofonías. Parece haber intentado amalgamar las
experiencias particulares de estos tres junto con la suya propia
en un solo gran texto, que abarcara el período completo.
Donde los otros profetas tienen presencia parcial,
Jeremías es una figura casi total. Escribe sobre asuntos
de su época y su sociedad.

La tradición expresa que Jeremías
dictó sus profecías a Baruc, o que éste
recogió las enseñanzas de su maestro ya fallecido.
Sin embargo, las diferencias de estilo entre las secciones 2 y 3
y las divergencias entre el texto hebreo y el griego demuestran
que las profecías de este libro no han sido escritas
consecutivamente, ni siguiendo un plan de trabajo.

Jeremías debió ser un hombre
extraordinario, y los expertos judíos siempre opinaron que
su religión habría seguido caminos muy distintos
sin él. Aunque, si se lo lee superficialmente, no parece
haber hecho grandes aportes a la teología antigua; el
traslado del concepto de pecado de la sociedad al individuo
supone un avance religioso y humanístico radicalmente
adelantado a su tiempo. Hacia la mitad de su vida,
Jeremías escribió que la nación era
incurable
. Y hoy se entiende este concepto: la nación
está compuesta de hombres, y si muchos de ellos
están enfermos, el tejido social completo se
corromperá.

32.- Baruc

El Libro de Baruc es un libro Bíblico del Antiguo
Testamento perteneciente al grupo de los Libros proféticos
y, dentro de ellos, a los llamados profetas mayores con
base en la escasa extensión del texto. En las biblias
católicas se encuentra ubicado entre Lamentaciones y
Ezequiel.

El libro de Baruc existió primeramente como tres
partes separadas e independientes que más tarde fueron
reunidas y resultaron en el libro actual. La pieza más
antigua (dos poemas, Bar. 3:9-5:9) pertenecen al siglo III a. C.
Ya en tiempos de los Macabeos, un último redactor
añadió el prólogo y la parte final y
atribuyó el todo al profeta Baruc, secretario y amanuense
de Jeremías, lo que demuestra la influencia de este
último en aquel tiempo y lugar.

La Septuaginta muestra separado el capítulo 6 de
Baruc, que se llama Carta de Jeremías, y en las
biblias de ciertas religiones se encuentra como libro separado.
La Vulgata, en cambio, la junta con el libro de
Baruc y la numera como un capítulo más. La
Carta de Jeremías es un discurso apologético contra
la idolatría, y desarrolla aún más los
conceptos estudiados por Jeremías e Isaías. A pesar
de ser adoptado por la iglesia católica, Baruc hace una
fuerte declaración en contra de la confección,
adoración y fe en las imágenes hechas en maderas y
revestidas de oro, plata y otros materiales. Esta costumbre la
adquirió del pueblo de Babilonia, quienes representaban
deidades con imágenes hechas por manos de
hombres.

El texto fue escrito en el período Macabeo, pero
no pueden establecerse mayores precisiones. Las cartas fueron
reunidas en un sólo libro en el año 100 a.
C.

33.- Ezequiel

La disposición sencilla y ordenada del libro de
Ezequiel denota un laborioso proceso de organización y
planeamiento en base, según se cree, a diversos textos
preexistentes. Se presume que el propio profeta o un grupo de sus
discípulos recopiló y ordenó la seguidilla
de poemas, discursos y visiones contenidas en el texto actual,
agregándole luego los datos cronológicos e
históricos que lo convierten en un todo orgánico y
armónico.

El texto se atribuye al profeta Ezequiel cuyo nombre,
que el libro ha heredado, significa en hebreo prevalece
Él
o conforta Él. Hijo del sacerdote
Buzi, Ezequiel probablemente había nacido en
Jerusalén o en uno de sus suburbios o aldeas cercanas.
Según la historiografía bíblica tradicional,
fue uno de los hebreos notables deportados a Babilonia por orden
del rey Nabucodonosor II luego de la invasión y conquista
de Israel por los caldeos alrededor de 598 a. C. Incluido en la
deportación forzosa, Ezequiel parece haber predicado entre
los prisioneros en aquella tierra extraña.

Se desconoce el momento y lugar de la muerte de
Ezequiel, aunque la tradición indica que su tumba
está cerca de Babilonia, en un lugar llamado Al
Kifl.

34.- Daniel

Pertenece a los géneros narrativo y
apocalíptico, de difícil comprensión. Dios
muestra cómo da sabiduría a Daniel y cómo la
dará a todo aquel que quiera, por el simple hecho de tener
voluntad y reconocer que el poder está en las manos del
Altísimo, Dios todopoderoso.

La primera parte del libro narra la historia del profeta
Daniel quien, según el mismo libro, vivió en
Babilonia como exiliado junto con el resto del pueblo hebreo en
el siglo VI a. C. En esta parte se narran las vicisitudes de
Daniel y otros tres compañeros por ser fieles a Dios, al
contrario de lo mandado por Nabucodonosor II, rey de los
babilonios. Igualmente se narra la sabiduría de Daniel al
interpretar correctamente los sueños y visiones del rey.
Por último, la primera parte también narra lo
sucedido con Daniel cuando los babilonios fueron conquistados por
los medos, comandados por Darío el Medo, los cuales
más tarde fueron sometidos por los persas.

La segunda parte del libro históricamente puede
referirse a lo sucedido en Medio Oriente, particularmente en el
territorio de Palestina, cuando la Dinastía Ptolemaica y
la Dinastía Seléucida peleaban por el territorio, y
cuando Antíoco IV Epífanes intentó suprimir
el culto judío en Jerusalén y reemplazarlo por un
culto helenista.

Existe una fuerte disputa en cuanto a la fecha de
escritura del libro. Sectores religiosos interpretan que fue
escrita durante el exilio en Babilonia, y sitúan su
cumplimiento hasta nuestros días. Pero la
mayoría de los eruditos y los historiadores
prefieren la interpretación preterista, conocida como
tesis Macabea. Esta exégesis es la
interpretación judía tradicional, aún
anterior a la época de Cristo, que sustenta la observancia
de la fiesta de la Hanuká.

35.- Oseas

El Libro de Oseas es un texto bíblico del Antiguo
Testamento cristiano y del Tanaj hebreo. Para los protestantes se
trata del primero de los profetas menores, mientras que para los
católicos es el segundo, luego de Baruc.

Oseas profetizó durante los años de
decadencia del reino del norte. Luego del reinado de Jeroboam II
se presentaron tiempos difíciles, en los cuales las
revueltas, golpes militares y asesinatos de reyes eran episodios
comunes, a tal punto que se cometieron cuatro regicidios en un
término de quince años escasos. La anarquía
cubrió el país, mientras que el pueblo era
víctima de la inseguridad, el robo, la violencia y otros
males. Ante la gravedad de la situación la corona
pidió ayuda, como había sucedido en el pasado, a
los grandes poderes imperiales de la región: Asiria y
Egipto.

El libro se atribuye al profeta Oseas, activo en Israel
en el 722 a. C. Esto contradice la afirmación de Oseas
1:1, lo cual se explica por el hecho de que ese versículo
es muy posterior al resto del libro. Las indicaciones del libro
son demasiado vagas y generales como para poder establecer
más detalles respecto de la vida del hombre real que
escribió el texto.

El estilo literario de Oseas es muy hermoso,
entrecortado, denso y sentencioso, con brillantes figuras
léxicas, como paronomasias y juegos de palabras, y un
nutrido vocabulario. El capítulo dos es especialmente
bello, porque su lenguaje florido le impide reiterarse, aunque
mencione los mismos temas más de una vez.

La profecía está dividida en dos piezas, a
pesar de que, especialmente en la segunda, no se siga
ningún orden lógico. La primera parte es de sentido
discutible, aunque sería importantísimo establecer
de qué se trata, porque la segunda es la aplicación
práctica de ésta. La interpretación
más aceptada dice que Oseas se ha unido con su amada pero
ésta lo ha abandonado. Como se ve, el profeta se compara
con Dios y teje una vez más la metáfora del esposo
y la mujer. El profeta ha seguido amando a la joven y la somete a
una prueba; superada ésta, la perdona y vuelve a llevarla
junto a sí.

Este es el resumen de la manera audaz e inédita
en que Oseas expresa las relaciones de Yahvéh con los
judíos: amorosas, románticas, casi carnales ni de
naturaleza sexual.

36.- Joel

No sabemos nada de la persona del autor, ya que la
profecía sólo indica que era hijo de un
señor de la época llamado Petuel, cuyo nombre
significa Yahvé es Dios. Se cree que el autor
procedía del reino de Judá o reino del sur, y que
su prédica se desarrolló en Judá y
Jerusalén por sus referencias a dichos lugares, al Templo
y al culto. La uniformidad léxica y estilística de
Joel a lo largo de todo el texto permiten atribuirlo a la mano de
un solo autor.

La tradición judía pensaba que el libro
fue escrito antes del 750 a. C. y por esta razón es el
segundo de los libros de los profetas menores. Hoy en día
muchos eruditos opinan que fue escrito después del Exilio.
Los sucesos espectaculares hacen de la profecía de Joel
algo interesante y de provecho. Según la
introducción es la palabra de YAHVE que le
aconteció a Joel hijo de Petuel
. Tal como puede
leérsela

hoy, su fecha puede fijarse en época anterior al
Exilio. Sin embargo, existen autores que difieren de esta
afirmación. Algunos datan la profecía como
contemporánea a Zacarías, posterior a
Nehemías o incluso más tardía. Estos
argumentos acerca de una fecha reciente se apoyan en la ausencia
de un rey judío, la importancia que Joel atribuye al
culto, el intensivo uso de Ezequiel como fuente y la cita tomada
de Abdías que se lee

El libro de Joel se encuentra dividido en dos partes
claramente diferenciadas. En la primera, una devastadora plaga de
langostas destruye el país produciendo una
celebración penitencial entre las víctimas. El
episodio está tratado como una narración
histórica. Yahvé se compadece de los judíos
y promete poner orden a cambio de expiación,
oración y ayuno. Dios anuncia la llegada del terrible
Día de Yahvé, poblado de fenómenos
astronómicos horrorosos, la aparición de una
prodigiosa fuente de agua en medio del Templo y la
fertilización de la tierra azotada por la langosta gracias
a dicha agua (3:18). En los días de tales episodios
Jerusalén será, toda ella, un templo. Esta
sección está narrada como profecía
escatológica.

La segunda parte del texto se eleva por encima de las
disquisiciones históricas y se transforma en un texto
completamente escatológico. Entre sus anuncios se
encuentra la efusión del Espíritu y su derrame
sobre la tierra, la restauración del Edén y el
enjuiciamiento a que Dios someterá a las naciones
humanas.

37.- Amós

Amós era punzador de higos sicómoros en
Teqoa durante el reinado del rey Jeroboam II. Esta
práctica se aplicaba a unas higueras descendientes de las
egipcias para la maduración del fruto. Escribió su
libro cerca del año 803 a. C. y tenía, según
se evidencia en el propio texto, extraordinarios conocimientos de
la política de su país. Amós
profetizó en un principio, que en Bet-el se celebraban
fiestas ilegítimas, utilizando los poderes de su escrito
para llevar al pueblo hacia la fe verdadera.

La autenticidad de la mayor parte del libro no ha sido
discutida. A pesar de ello hay evidencia incontrastable de
manipulación en ciertos bloques de texto, donde se ha
cambiado mucho y que, por lo mismo, no pueden atribuirse a la
mano del autor original, por ejemplo en el capítulo 7 del
Libro.

El objetivo de Amós es el de enseñar que
Yahvéh es el Dios del Universo, y que lo que los hombres
llaman Derecho Natural no es otra cosa que el imperio
del orden moral del que Dios es guardián y Señor.
El poder de Dios es ilimitado, su albedrío sobre la
naturaleza y los hombres es infinito. Amenaza y castiga por
doquier por violar el orden moral antedicho, pero podría
perdonarlos si se convierten a Él. En caso de persistir en
el error, destruirá a todos los malvados en un cataclismo
que Amós llama El día de
Yahvéh
.

El de Amós es un mensaje de terror, amenaza y
castigo, pero también de perdón, redención y
amor. El único medio de salvación es la
conversión a la fe verdadera. Si Oseas es el profeta del
amor, Amós es el de la justicia, terrible e inexorable, de
Dios.

38.- Abdías

Se desconoce casi todo acerca del autor del libro.
Según ciertos autores, el profeta Abdías
habría sido un príncipe enviado por el rey Josafat
para adoctrinar al pueblo judío, junto con otros dos
príncipes, en la Ley de Yahvéh. De acuerdo con esta
hipótesis, la profecía de Abdías data de
entre los años 848 y 841 a. C. Si esto es
cierto, entonces el libro de Abdías muy bien puede ser
consecuencia de la desastrosa campaña militar del rey
Joram contra los idumeos.

Ya desde tiempos de Esaú y Jacob era evidente la
gran rivalidad que existía entre Israel y Edom
(Génesis 25:23, Génesis 27:39-40). En tiempos de la
monarquía hebrea, Edom ocupaba un lugar estratégico
en la ruta hacia el importante puerto de Elat en el Mar Rojo, y
ello ocasionó continuas peleas con los judíos, tal
como se relata en II Crónicas, II Samuel y I y II
Reyes.

La enemistad entre ambos reinos generó una
abundante literatura bíblica antiedomita, ejemplos de los
cuales pueden leerse en Ezequiel, Salmos, Isaías,
Jeremías y Amós, a la que pertenece la primera
parte de Abdías. Este odio está marcado por la
colaboración que los edomitas prestaron a Nabucodonosor II
en la guerra hebreo-caldea, y, tras llevarse cautivos los caldeos
a muchos judíos, los del Edom aprovecharon para ocupar sus
territorios.

39.- Jonás

Jonás es el único libro del Antiguo
Testamento que trata exclusivamente de la comisión
encargada a un profeta de Yahvé de ir a una ciudad pagana,
Nínive, a proclamar un mensaje de juicio, lo que
resultó en el arrepentimiento de dicha ciudad. Fue
Jonás, hijo de Amitai, quien vivió las experiencias
que se relatan en este libro. Puesto que es probable que fuese el
mismo Jonás que se menciona en 2 Reyes 14:25,
debió profetizar durante el reinado del rey Jeroboam II de
Israel. Por lo tanto, es razonable situar los acontecimientos
registrados en el libro de Jonás en el siglo IX
a.C.

El libro relata que Jonás se negó a
obedecer y al principio rehúye de la presencia de
Yahvé embarcándose rumbo a Tarsis, pero en el
camino Dios prepara una tempestad y los tripulantes, al saber que
huían de Yahvé, arrojan a Jonás al mar en
medio de la tempestad.

Según el texto, Dios envió un gran pez
para que se tragara a Jonás. Después de tres
días de permanecer en el vientre del pez durante los
cuales Jonás oró, Yahvé dio la orden de que
el pez vomitara a Jonás, arrojándolo a tierra
firme.

Después de esto Jonás recibió por
segunda vez la orden de Dios de ir a predicar a Nínive.
Jonás accedió y en esa ciudad anunció la
destrucción inminente para temor de todos sus habitantes:
Dentro de cuarenta días Nínive será
destruida
. El Rey de la ciudad, al enterarse sobre dicho
designio, ordenó el ayuno de toda la población. Al
presenciar el arrepentimiento masivo de la población de
Nínive, Dios decidió que no castigaría la
ciudad ni a sus habitantes. Jonás se enojó al
contemplar la piedad de su Dios y el hecho de que su
profecía no se cumpliera, por lo que se marchó de
la ciudad disgustado. Dios lo reprendió por su falta de
compasión hacia los muchos miles de personas y animales de
Nínive, pero al final le alecciona

El libro de Jonás es una historia narrativa que
tiene como propósito dar testimonio de la gracia de Dios y
que el mensaje de salvación es para todos los seres
humanos.

40.- Miqueas

El libro de Miqueas pertenece a los libros
proféticos del Antiguo Testamento. Fue escrito a finales
del siglo VIII a. C. por el profeta que lleva su
nombre.

Miqueas vivió un tiempo de guerra cruel. Vio
desatarse la guerra entre el Reino del Norte y el Reino del Sur,
con 120.000 muertos en el Reino del Sur (2 Crónicas 28:6),
sin mencionar las víctimas del Reino del
Norte. Después Asiria, una gran potencia militar de su
época, aplasta al Reino del Norte; sólo un milagro
pudo evitar que estos mismos ejércitos entraran en
Jerusalén (2 Crónicas 32). Miqueas
interpretó estos acontecimientos como el castigo de Dios
sobre el Reino del Norte por pecados como idolatría,
adoración de Baal, sacrificios rituales de niños,
magia y encantamientos (2 Reyes 17:16-17).

Sin embargo no todo en el libro de Miqueas es juicio y
castigo. Miqueas ve una luz en las tinieblas, percibió un
majestuoso Dios que gobierna sobre todo suceso, que
castigó a su pueblo sólo para purificarlo y
restaurarlo. También formuló algunas de las
más francas predicciones de destrucción que hay en
la Biblia, e hizo algunas de las más claras predicciones
sobre Jesús, el Mesías, el Libertador que
vendría a salvar a Israel.

Sobre todo, el libro ha suscitado especial
interés por su profecía sobre el origen del
Mesías, una de las más concretas del Antiguo
Testamento, y con la cual el libro culmina sus ideas
escatológicas: Mas tú, Belén Efrata,
aunque menor entre las familias de Judá, de ti ha de salir
aquel que ha de dominar en Israel
(5:1-5). En el Nuevo
Testamento los evangelistas reconocen en Belén Efrata la
dignación del lugar de nacimiento del Mesías. La
profecía se cumple en Jesús, nacido en Belén
de Judea en tiempo del rey Herodes (Mt 2:1-6; Jn
7:42).

41.- Nahúm

Nahúm profetizó hacia el año 626 a.
C. Los asirios iban perdiendo su dominio sobre los pueblos que
esclavizaban y que los odiaban profundamente. Uno de estos
pueblos eran los judíos. Los poemas de Nahúm
reflejan el corazón de un patriota que cree que Dios
gobierna la historia de los pueblos, se preocupa que se le
reconozca sólo a Él como Dios en todo lo que sucede
en la naturaleza y en su fidelidad a sus amigos.

El Libro de Nahúm profetiza la inminente
desaparición del Imperio Neo-asirio y la
destrucción de Nínive su capital. Aunque es
imposible ser preciso en cuanto a la fecha exacta de la
composición del libro, el término al que puede ser
fijado está entre 663 a. C. y 612 a. C. La caída de
Tebas en el 663 a. C. se considera como un evento pasado reciente
(3:8-10), mientras que la caída de Nínive en el 612
AC y el extremo final del Imperio en el 609 a. C. parecen ser o
representar eventos futuros.

42.- Habacuc

El Libro de Habacuc es un libro profético que
toma su nombre de su autor y probablemente significa uno que
abraza
(Hab.1-1; 3-1). Al final de la profecía, este
nombre se vuelve apropiado conforme el profeta se aferra a Dios
independientemente a su confección por los planes de Dios
hacia su pueblo.

Como con muchos de los profetas menores, nada se conoce
del profeta excepto por lo que puede ser inferido del libro. En
el caso de Habacuc la información interna casi no existe,
lo que hace que las conclusiones de su identidad y vida sean
conjeturas. Su simple introducción como el profeta
Habacuc
puede implicar que él no necesitaba
presentación debido a que era un profeta conocido de sus
días.

Fue contemporáneo de Jeremías, Ezequiel,
Daniel y Sofonías. La mención de los caldeos
(Hab.1-6) sugiere una fecha a finales del siglo VII a. C., poco
antes de que Nabucodonosor comenzara su marcha militar a
través de Nínive (612 a. C.). El amargo lamento de
Habacuc (Hab.1: 2-4) puede reflejar un período poco
después de la muerte de Josías (609 a. C.),
días en los que la reforma del rey piadoso (cp. 2 R. 23)
fueron rápidamente cambiadas por su sucesor, Joacim
(Jeremías 22: 13-19).

43.- Sofonías

El primer versículo del libro atribuye su
autoría a Sofonías, hijo de Kusí, hijo
de Guedalías, hijo de

Amarías, hijo de Ezequías, en tiempo de
Josías, hijo de Amón, rey de Judá
.
(Sofonías 1:1).

Sofonías, en hebreo Zephanja, significa Dios
protege
o Dios oculta. Kusí, el nombre del
padre, significa natural de Etiopía. Según este
versículo, Sofonías fue tataranieto del rey
Ezequías y pudiera ser que al igual que Isaías
fuera miembro de la familia real. De este versículo y del
análisis del contenido del libro se cree que la actividad
del profeta se desarrolló en el reinado de Josías
(640-609 a. C.). Probablemente Sofonías y Jeremías
fueron los profetas que urgieron al rey Josías para que
promulgara una Reforma del Culto, la que posteriormente se
llevó a cabo.

El mensaje principal del libro es el Día del
Señor
o Día de Yahvé,
día en que el profeta anuncia como un castigo divino por
los pecados del Reino de Judá.

44.- Ageo

Ageo es uno de los profetas menores. En hebreo se
escribe Haggai. Con él empieza el periodo
postexílico de la profecía de Israel, en el cual le
acompañará Zacarías y le sucederá,
casi un siglo más tarde, Malaquías.

Como muchos otros de los profetas menores. Ageo no es
conocido más que por algunas pocas noticias. Sus cuatro
discursos se refieren todos al segundo año de Darío
I (520 a. C.), y fueron pronunciados en menos de cuatro meses
(cf. 1, 1; 2, 11 y 21).

En el primer discurso (1, 2-2, 1), Ageo exhorta a los
judíos, remisos en reanudar la reconstrucción del
Templo. En el segundo (2, 2-10) consuela a los que habían
visto la gloria y magnificencia del Templo salomónico. En
el tercero (2, 11-20), anuncia la bendición de Dios y la
futura gloria del Templo. En el cuarto (2, 21-24), se dirige a
Zorobabel prometiéndole recompensa divina y
fortaleciéndole con la promesa del reino mesiánico
futuro.

45.- Zacarías

El libro de Zacarías es un libro del Antiguo
Testamento perteneciente al canon de la Biblia y de la Tanaj
judía, atribuido al profeta Zacarías. Se cree que
fue escrito después del destierro, alrededor del
año 520 a. C., cuando Zorobabel fue nombrado gobernador
por los persas. El libro consta de catorce capítulos: ocho
de la versión original, más seis añadidos en
época posterior, alrededor de 410 a. C.

Zacarías significa Dios se acuerda. No
se conoce gran cosa sobre el profeta, salvo lo que se deduce del
libro. Aunque se cree que su abuelo Ido era el jefe de una
familia de sacerdotes que regresó a Jerusalén con
Zorobabel (Nehemías 12:1-4). Se cree que era un sacerdote
y un profeta. Estos detalles se deducen de su interés por
el templo y el sacerdocio.

Algunos eruditos aceptan que el libro es el escrito de
un individuo: el profeta Zacarías. Actualmente la
mayoría de los eruditos opinan que la primera parte del
libro fue escrita por el profeta y posteriormente revisada por
alguno de sus discípulos. La segunda parte del libro fue
escrita, probablemente, después de las conquistas de
Alejandro Magno, por uno o dos autores.

46.- Malaquías

El libro pertenece a la colección de los doce
profetas menores y es también el último libro de la
biblia hebrea. Se atribuye comúnmente a un profeta de
nombre Malaquías. Aunque el apelativo Malaquías ha
sido considerado generalmente como un nombre propio, su
significado en es hebreo mi mensajero, es decir, el
mensajero de Dios. Existe un debate sobre la identidad del autor
del libro. En el Talmud se identifica a Malaquías con
Mardoqueo y en el tárgum de Jonathan o tárgum de
Jerusalén se le identifica con Esdrás. San
Jerónimo opinaba que esto último era debido al
hecho de que los judíos veían a Esdrás como
un intermediario entre los Profetas y la Gran Sinagoga. No hay,
sin embargo ninguna evidencia que apoye esta tesis.

No hay muchos detalles históricos en el libro de
Malaquías. El más importante para fecharlo
está en el uso de la palabra gobernador
(pehâ), en el versículo 8 del Capítulo
primero: "Y cuando presentáis para el sacrificio una
res ciega, ¿no está mal? Y cuando presentáis
una coja o enferma, ¿no está mal? Anda,
ofrécesela a tu gobernador: ¿se te pondrá
contento o te acogerá con agrado?, dice Yahveh
Sebaot."

El Libro de Malaquías era conocido por el autor
del Eclesiástico, quien menciona a los doce
profetas
en 49-10. Por estas razones y los
temas del libro, la mayoría de los eruditos le asignan una
fecha de composición en torno al 460 antes de Cristo,
entre los libros de Ageo y Zacarías y un poco antes de que
Nehemías llegara a Jerusalén en el 445
a.

El libro de Malaquías trata directamente, y al
parecer de primera mano, de los abusos en la gestión del
recién restaurado Templo de Salomón. Por eso, fue
escrito casi con absoluta certeza en Jerusalén.

Libros del Nuevo
Testamento

1.- Evangelio de San Mateo

Los evangelios son tradicionalmente impresos con Mateo
primero, porque todas las listas primitivas que existen de los
evangelios lo ponen como el primero. Es seguido por Marcos,
Lucas, y Juan, en dicho orden.

La tradición atribuye su autoría a Mateo
Leví, un recaudador de impuestos a quien Jesús
llamó para que le siguiera como uno de sus
apóstoles. A favor de esta atribución, suele
aducirse que es el único de los cuatro evangelios que
llama a Leví por su segundo nombre, Mateo, que siempre que
lo cita dice Mateo el publicano. También se
considera que en su evangelio figuran 115 vocablos que no se
hallan en los otros y tienen que ver con dinero, oro, plata,
deudas, cuentas, cambios de dinero, etc., frases que
estarían en la punta de la pluma de un ex
publicano.

Sin embargo, algunos estudiosos bíblicos modernos
indican que posiblemente este libro, al igual que otros del Nuevo
Testamento, sea de autores desconocidos que utilizaron las
tradiciones o documentos previos del autor a quien se le acredita
el libro y, al momento de escribir su edición definitiva,
según una costumbre literaria de la antigüedad, lo
hayan hecho bajo el nombre del personaje cuyos relatos ellos
recogieron. A esto se le conoce como pseudoepigrafía.
Desde el punto de vista de las Iglesias cristianas
históricas, esto no afecta en absoluto el valor que estos
escritos puedan tener para la fe de los creyentes

La datación de la mayoría de los
especialistas contemporáneos sitúa hacia el
año 80 a 90 la redacción de este evangelio en su
versión griega conocida hoy. Una de las principales
razones esgrimidas para esa datación es que
difícilmente se habría consignado la
profecía de Jesús de Nazaret sobre la
destrucción del templo de Jerusalén, acaecida en
forma efectiva por parte de las legiones romanas de Tito en el
año 70, de la forma que el Evangelio de Mateo la contiene
si ésta no se hubiese cumplido ya. La destrucción
del templo fue un hecho que caló tan profundamente en el
ánimo judío, que se suelen diferenciar con cierto
grado de certidumbre las obras anteriores de las posteriores a
esa fecha por la forma en que aluden a ese acontecimiento
notable. En el Evangelio de Mateo la destrucción del
templo de Jerusalén aparece como profecía directa
(Mateo 24:1-2), e incluso hay referencias indirectas. De
allí la dificultad que encuentran la mayoría de los
autores para pensar en una composición anterior al
año 80.4

2.- Evangelio de San Marcos

El Evangelio según San Marcos es el segundo libro
del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana. Es el más
breve de los cuatro evangelios canónicos y también
el más antiguo, según la opinión mayoritaria
de los expertos bíblicos.

Entre los estudiosos existe un amplio consenso en datar
el Evangelio de Marcos a finales de los años 60 del siglo
I d.C., o poco después del año 70 d.C. Su autor es
desconocido, aunque una tradición cristiana tardía
lo atribuye a Marcos, personaje citado en otros pasajes del Nuevo
Testamento. Narra la vida de Jesús de Nazaret desde su
bautismo por Juan el Bautista hasta su
resurrección.

No existen pruebas definitivas acerca de quién
fue el autor de este evangelio. El texto no incluye ninguna
indicación sobre su autoría. La tradición
cristiana, sin embargo, ha atribuido el evangelio a Marcos,
discípulo de Pedro, personaje citado en las
epístolas de Pablo de Tarso, en los Hechos de los
apóstoles, donde es presentado como compañero de
Pablo, y en la primera epístola de Pedro, que lo llama
mi hijo.

La base de esta tradición se encuentra en algunas
referencias de los primitivos autores cristianos a la idea de que
Marcos puso por escrito los recuerdos del apóstol Pedro.
Eusebio de Cesarea, que escribió a comienzos del siglo IV,
cita en su Historia eclesiástica un fragmento de la obra,
hoy perdida, de Papías de Hierápolis de comienzos
del siglo II. Papías, a su vez, remonta su testimonio a
Juan el Presbítero.

El autor, se trate o no de Marcos, parece ser que se
dirige predominantemente a pagano-cristianos, más que a
judeocristianos. Cada vez que emplea un término en hebreo
o en arameo lo traduce al griego, lo que hace suponer que se
dirige a una audiencia no familiarizada con estos idiomas.
Utiliza la traducción al griego de la Biblia, la Biblia de
los Setenta, y no su versión original hebrea, y no
está familiarizado con la geografía de
Palestina.

Desde la época de Clemente de Alejandría,
a finales del siglo II, se había creído que este
evangelio fue escrito en Roma, basándose en los latinismos
que aparecen en el texto. Sin embargo, la hipótesis del
origen romano del evangelio de Marcos fue cuestionada por algunos
autores, dado que los latinismos presentes en el evangelio de
Marcos suelen ser términos relacionados con la vida
militar, por lo que eran muy probablemente palabras conocidas en
todas las regiones del Imperio Romano en las que existían
guarniciones militares. Se ha propuesto como alternativa la
posibilidad de que fuese redactado en Antioquía. Sin
embargo, no existen indicios claros acerca del lugar donde fue
compuesto el evangelio de Marcos. La mayoría
de los estudiosos bíblicos9 10 data la redacción de
este evangelio, en su estado actual, entre los años 65 y
75.

El Evangelio de Marcos relata la historia de
Jesús de Nazaret desde su bautismo hasta su
resurrección. A diferencia de los otros dos
sinópticos, no contiene material narrativo acerca de la
vida de Jesús anterior al comienzo de su
predicación. Marcos está de acuerdo en lo esencial
con la teología paulina: lo único importante en
Jesús es su muerte y su resurrección. No obstante,
a diferencia de Pablo, se ocupa de consignar los hechos y dichos
de Jesús.

3.- Evangelio de San Lucas

Este evangelio relata la vida de Jesús de
Nazaret, centrándose especialmente en su nacimiento,
ministerio público, muerte y resurrección. Termina
con un relato de su ascensión. Su evangelio tiene una
finalidad pastoral: su intención es la
profundización de la fe, mostrando a Cristo como el
Salvador de hombres y mujeres, resaltando su espíritu de
misericordia.

El evangelio es anónimo, puesto que no
está firmado. Es aceptado casi unánimemente que fue
escrito por el mismo autor de los Hechos de los Apóstoles,
pues ambas obras están dedicadas a un mismo personaje, un
tal Teófilo, que significa amigo de Dios, de
quien se ignora si es un personaje real, un nombre
simbólico o un pseudónimo. El autor del libro de
los Hechos, además, hace en su prólogo referencia a
una obra precedente. Se ha subrayado además la
homogeneidad de estilo y de pensamiento de estos dos
libros.

Este evangelio ha sido atribuido tradicionalmente a
Lucas, el médico querido al que alude Pablo de
Tarso en su Epístola a los colosenses. La
atribución a Lucas de entre todos los discípulos de
Pablo se basa en parte en que su Evangelio es el que utiliza
más términos médicos. De ahí el
nombre con el que es generalmente conocido. Según la
tradición, aunque Lucas nunca conoció a
Jesús, tras su conversión al cristianismo
viajó a Roma, donde conoció a Pedro y Marcos.
También conoció a María, la Madre de
Jesús. Esto le permitió narrar en su Evangelio
numerosos hechos de la infancia de Jesús y muchos detalles
de María.

La mayoría de los autores sitúan la
composición de este evangelio en la década de los
80 d.C., debido a que suponen que Lc 21, donde se describe la
destrucción del Templo de Jerusalén acontecida el
año 70, es una narración post
eventum
; es decir, que Lucas estaría poniendo en boca
de Jesús una profecía que ya se había
cumplido. Así, refiriéndose al templo Jesús
dice: «llegarán días en que no
quedará piedra sobre piedra que no sea
derruida»
y, respondiendo a la pregunta de
cuándo sucedería responde:

«Cuando oigáis hablar de guerras y
revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que
sucedan primero estas cosas, pero el fin no es
inmediato»
y «Se levantará
nación contra nación y reino contra
reino
».

Es posible que la carta fuese dirigida a Teófilo
ben Anás; sumo sacerdote saduceo entre los años 37
– 42 d.C., cuñado de Caifás. Es
decir: si el Teófilo de Lucas fuese Teófilo ben
Anás, la carta iría dirigida a los judíos
saduceos y no a los gentiles, como reza la tradición
popular. Ciertos datos internos nos aseguran que la carta iba
dirigida a un sacerdote o eminencia judía, entre ellos,
que se presuponen conocimientos avanzados del judaísmo que
se enfatizan las profecías del Tanaj, y que se muestra a
Jesús y a cuantos le siguen como piadosos y devotos
practicantes de la Torá de Moisés. Si
Teófilo no fuese judío, para él no
tendría ningún valor una prédica de un
Mesías profetizado en el Tanaj que cumple con la
Torá de Moisés.

El evangelio de Lucas aporta noticias que no aparecen en
los demás evangelios, como por ejemplo acerca de los
primeros años de la vida de Jesús. También
contiene bastantes detalles sobre la predicación de
Jesús en las regiones de Galilea, Samaria, Judea y Perea.
Por otra parte, contiene una versión reducida del llamado
Sermón de la Montaña, conocida como Sermón
de la Llanura. También es privativo de este evangelio el
relato de la parábola del hijo pródigo. Su relato
de las apariciones de Jesús tras la resurrección es
particularmente detallado, en particular la aparición ante
los llamados peregrinos de Emaús. Uno de sus objetivos, en
opinión de este historiador, sería demostrar ante
las autoridades romanas, que ni Jesús ni sus seguidores
suponían una amenaza para el Imperio romano.

4.- Evangelio de San Juan

El Evangelio de Juan es uno de los evangelios
canónicos constitutivos del Nuevo Testamento,
caracterizado por las marcadas diferencias estilísticas y
temáticas, y por las divergencias en su esquema
cronológico y topográfico respecto de los otros
tres, llamados evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y
Lucas). El Evangelio de Juan no solo contiene muchos pasajes sin
equivalente en los otros evangelios canónicos, sino que
aún los pasajes con cierta similitud son presentados de
forma totalmente diversa en cuanto al contenido, al lenguaje, a
las expresiones y giros con que predica Jesús de Nazaret,
y a los lugares de su ministerio.

La tradición apostólica atribuye la
autoría de este evangelio a Juan el apóstol y
evangelista aunque, dada la falta de unidad en su
redacción final, el estilo y la fecha supuesta de
redacción (en torno al año 90 d.C.),
entre otros puntos, se cuestiona tanto la autoría en
sí como sus alcances. Existe la posibilidad de que el
Evangelio de Juan fuera fruto de la comunidad fundada alrededor
de uno de los discípulos de Jesús, presentado en el
evangelio con el título de discípulo a quien
Jesús amaba
, seguramente la de
Éfeso.

Entre las características del Evangelio de Juan,
se acepta ampliamente la de ser un escrito para la
meditación en el que sobresalen los discursos como forma
de reflexión en torno a la figura de Jesús de
Nazaret, a quien se presenta desde el prólogo como el
Logos, la Palabra eterna de Dios. Es un evangelio
sumamente simbólico y litúrgico, que enmarca el
ministerio público de Jesús en la sucesión
de festividades judías. Muchos estudiosos han visto en el
Evangelio de Juan un carácter marcadamente
místico.

Las polémicas de que fue y es objeto el Evangelio
de Juan son el resultado de su singularidad. No se trata de una
obra corriente: se disputa su autor, el ambiente que haya podido
influir en su pensamiento y sus modos de expresión, su
estructura literaria, sus fuentes, y hasta la naturaleza del
libro. Con todo, siempre fue recibido sin reticencias por parte
de la Iglesia. La bibliografía sobre el Evangelio de Juan
se acrecentó mucho en el último siglo, y hoy es
sumamente abundante. Junto con los numerosos análisis que
de él se hicieron, se puso aún más de
manifiesto su profundidad, que supera el marco estrictamente
religioso (cristológico, soteriológico y
eclesiológico) y que, a través del tiempo,
alcanzó los más diversos campos de la cultura y de
las artes.

La datación mayoritaria sitúa a este
evangelio en los años 90 d.C. Las dataciones más
tardías están limitadas por el papiro P52 (hacia
125-150), y por las menciones al Evangelio de Juan que hacen
Ireneo de Lyon y el Fragmento muratoriano hacia el año
180, así como Clemente de Alejandría y Tertuliano
hacia 200.

Ireneo de Lyon (130 -202) señaló a
Éfeso como lugar de composición del Evangelio de
Juan, ya en tiempos del emperador Trajano (98 a 117). La
época del comienzo del mandato de Trajano
coincidiría con la datación de muchos
especialistas. En nuestros días se admite en general que
la lengua original del Evangelio de Juan es la koiné, una
variedad del griego. Algunos autores plantearon la
hipótesis de un texto original desaparecido en arameo.
Esta hipótesis fue revisada extensamente, pero no tuvo
aceptación entre los especialistas.

5.- Hechos de los Apóstoles

Los Hechos de los Apóstoles es el nombre de un
libro de la Biblia, el quinto del Nuevo Testamento. Algunos
teólogos lo llaman Hechos del Espíritu
Santo
por el número de veces que se lo menciona.
Probablemente tenga el mismo origen que el Evangelio de Lucas,
con el que forma lo que se suele llamar el opus lucanum.
De hecho el libro en su inicio manifiesta que es un segundo
tratado. Sin embargo, los textos se separaron antes de que se
escribieran los manuscritos que llegaron hasta hoy. Con esta
separación se buscaba cultivar el conocimiento de los
evangelios como una unidad de archivos sagrados, a los cuales los
Hechos servían como una especie de apéndice. Es de
un interés y valor históricos únicos: no hay
ningún otro libro como éste dentro del Nuevo
Testamento.

El libro de los Hechos es la única historia de la
Iglesia primitiva, primitiva tanto en el espíritu como en
la sustancia; sin él sería imposible tener un
cuadro coherente de la Edad Apostólica. Con él, las
epístolas paulinas son de un valor histórico
incalculable; sin él, permanecerían
incomprensiblemente fragmentarias e incompletas, a menudo incluso
confundirían.

El libro de los Hechos no contiene la historia de todos
los apóstoles, sino sólo la de Pedro y de Pablo de
Tarso. Juan es mencionado sólo tres veces, y todo lo que
se cuenta de Santiago, el hijo de Zebedeo, es su ejecución
por Herodes (Hechos 12:1). Al inicio del libro se menciona a los
doce, incluyendo a Matías, quien sustituyó a Judas
Iscariote. También a lo largo del libro se menciona a
Bernabé de Chipre, a Marcos y Santiago, el hermano del
Señor
, entre otros.

La evidencia externa, que es relativamente extensa y
temprana, como el fragmento muratoriano (una traducción
del siglo VII de un texto griego del siglo II descubierta por
Ludovico Antonio Muratori en el XVIII), Ireneo, Tertuliano,
Clemente y Orígenes todos apuntan a Lucas, el
compañero de Pablo (Filemón 24), quien tal vez
estaba con él como médico (Colosenses
4:14).

El mismo libro de Hechos indica que fue escrito por un
compañero de Pablo. En Hechos 16:10 el escritor, sin
previo aviso, pasa de la tercera persona a la primera: "Pero
cuando vio la visión enseguida procuramos avanzar hacia
Macedonia
". La datación mayoritaria sitúa a
este libro en los años 80, debido a que esta es la
década en que se suele fechar el Evangelio según
san Lucas, que lo precede.

6.- Epístola a los Romanos

La Epístola del Apóstol San Pablo a los
Romanos fue probablemente escrita en Corinto al principio del
año 58. Febe (Romanos 16:1) de Cencrea la llevó a
Roma en mano, como era habitual en aquellos tiempos; en el
último capítulo se menciona las encomendaciones a
esta cristiana. Pablo fue a Roma 3 años después. El
escriba fue posiblemente Tercio (Romanos 16:22) ya que cuando se
escribió la carta, Pablo aún no había estado
en Roma (Romanos 1:9).

El objetivo del apóstol al escribir a esta
iglesia fue explicar las doctrinas del evangelio, y la
epístola es una exposición sistemática de la
aplicación universal del evangelio. Asimismo, el
Apóstol intenta motivar a la iglesia de Roma
a apoyar su posible viaje de misión a España. Es
una carta con gran apoyo en las escrituras hebreas, las cuales
cita frecuentemente. Evidentemente la congregación de Roma
estaba compuesta por gentiles y judíos. Si bien Pablo no
había estado en Roma, seguramente recibió
información de la congregación por dos
colaboradores, Priscila y Aquila, al ver los saludos del
capítulo 16 se nota que conocía a
varios de los cristianos que se congregaban
allí.

La autenticidad de esta carta está dada por los
antecedentes más lejanos, que se encuentran en un viejo
canon del año 170 llamado canon de Muratori.

El título de Hechos de los Apóstoles lo
recibió ya en la antigüedad, relacionándolo
con un género literario helenístico que narraba las
hazañas de los héroes. En este Libro los dos
héroes principales son Pedro y Pablo, sin olvidar a San
Esteban, el primer mártir del cristianismo. Viene a ser
como un diario de los primeros treinta años de existencia
de la Iglesia. Lucas nos cuenta las primeras predicaciones de los
Apóstoles, así como la conversión de muchos
paganos a Cristo. Nos transmite un mensaje religioso y de fe, el
de cómo el Espíritu Santo guiaba, protegía y
hacía progresar a la naciente Iglesia de
Cristo.

Cabe señalar el valor histórico de los
Hechos de los Apóstoles, su valor doctrinal por la
acción del Espíritu Santo y su valor
apologético por la defensa del cristianismo.

7.- Primera carta a los Corintios

La Primera epístola a los corintios es una carta
escrita por Pablo de Tarso a la comunidad cristiana o Iglesia de
Corinto. Fue escrita desde Éfeso cerca del tiempo de la
Pascua, en el tercer año del viaje de Pablo allí,
sobre el año 57 después de Cristo, cuando planeaba
visitar Macedonia para más tarde regresar a
Corinto.

La Primera epístola a los Corintios fue escrita
en Éfeso, donde, según Hch 20:31, Pablo
vivió tres años, probablemente entre el 54 y el 57.
Mientras estaba allí, los creyentes de la
congregación le hicieron llegar, posiblemente por conducto
de Estéfanas, Fortunato y Acaico (16:17) algunas
consultas, a las que Pablo respondió con la presente
carta.

Este Libro fue escrito con ocasión de las
divisiones, discordias y escándalos que amenazaban a la
vida cristiana gravemente. Los corintios escribieron a Pablo para
informarle acerca de las dificultades por las que estaba
atravesando, y Pablo les contesta desde Éfeso en el
año 57 d.C., tocando los problemas de la inmoralidad, de
los pleitos delante de jueces y paganos, y sobre la virginidad y
el matrimonio. Soluciona el problema de los alimentos ofrecidos a
los dioses y trata también acerca del orden en el culto y
trata sobre la Eucaristía.

En ambas Cartas a los Corintios, Pablo defiende su
autoridad y su mensaje de Apóstol, pero en esta primera
Carta trata también temas tales como la caridad, los
carismas y la resurrección, que tan importantes son para
la vida del cristiano.

8.- Segunda carta a los Corintios

La segunda epístola a los corintios es una carta
escrita por Pablo de Tarso a la comunidad cristiana en Corinto.
Poco después de escribir su primera carta a los corintios,
Pablo salió de Éfeso para llegar a Macedonia.
Escrita por el año 57, tiene como finalidad la
apologética del ministerio apostólico de Pablo.
Tras observar el fruto de su primera epístola con la
creación de nuevas comunidades cristianas, la segunda
carta se dirige nuevamente a estos conversos.

Para comprender un poco más el mensaje de Pablo,
debemos saber que la ciudad griega de Corinto era un gran centro
industrial en aquella época, con grandes astilleros,
así como con una célebre arquitectura, cultivo de
las artes y ciudad bulliciosa. Cicerón la llamó luz
de toda Grecia por ser tan cosmopolita. Sin embargo era una
ciudad pagana, llena de excesos sexuales hasta el punto que el
templo de su diosa Afrodita era un centro de prostitución.
De ahí que la expresión vivir como un corintio por
aquel entonces significaba llevar mala vida, mientras que
doncella corintia equivalía a prostituta. Y en aquel
marco, hacia el año 51 d.C., Pablo fundó la Iglesia
de Corinto, aunque para ello tuvo muchas dificultades.

Algunos judaizantes, enemigos de Pablo, trataron de
destruir la obra que el Apóstol estaba realizando en
Corinto. Por ello esta segunda Carta tiene un aspecto
apologético o de defensa. Pablo defiende su personalidad,
la elevación en su vida espiritual y los trabajos y
sufrimientos padecidos a causa del Evangelio.

Muchos entendidos afirman que esta Carta es un conjunto
de fragmentos, pero hoy en día nadie pone en duda la
autenticidad de la misma, tomada en su conjunto. Pablo de Tarso
escribió esta Carta en Macedonia, después de haber
salido de Éfeso, donde había escrito la primera
Carta. Esto con mucha probabilidad ocurrió en el
otoño del año 57 d.C., en el transcurso del viaje
que se narra en Hechos 20:1 y siguientes.

9.- Carta a los Gálatas

La Epístola a los gálatas es una carta
escrita por Pablo de Tarso a los cristianos que habitaban la
provincia romana de Galacia, en Asia Menor, y que
correspondía a la actual zona sur del Asia Menor, donde se
asentaban las ciudades de Licaonia, Iconio, Listra, Derbe y
Antioquia de Pisidia.

La autenticidad está dada por los registros
más antiguos que encontramos. Esta carta fue utilizada por
Policarpo de Esmirna en el siglo II, figura en el fragmento
Muratori y en los escritos de Ireneo de Lyon. Además se
encontró con ocho cartas más en el llamado
manuscrito de Chester Beatty del año 200 DC.
También otros patriarcas de la iglesia primitiva la
mencionan, como Clemente de Alejandría, Tertuliano y
Orígenes. Se la menciona por nombre en el canon reducido
de Marción. Todo el canon anterior al Concilio de Cartago
en el año 397 d.C. la incluían en los escritos como
auténtica. Además existe una clara
correlación y estilo con los otros escritos de
Pablo.

Pablo escribe a las Iglesias de Galacia, donde casi
todos sus fieles eran gentiles conversos. Igual que en Roma y en
Corinto, había grupos de judeo-cristianos que se
escandalizaban con la predicación de Pablo, pues
proclamaba que la salvación no depende de las obras de la
Ley, sino de la fe en Cristo Jesús. Los judaizantes le
atacaron duramente ya que, según ellos, Pablo predicaba un
Evangelio personal, contrario a la Ley judía y,
además, Pablo no obligaba a la
circuncisión.

Desde el punto de vista doctrinal esta Carta presenta
ideas de la carta a los Romanos, pero de forma mucho más
concreta y esquemática, porque Pablo escribió como
impulsado por una reacción inmediata provocada por una
situación que se había presentado en la comunidad
de Galacia, región recorrida por Pablo.

No resulta fácil determinar la fecha de la
redacción de esta carta, pues mientras algunos entendidos
la fechan en los años 54 y 55 d.C., no mucho
después de llegar Pablo a Éfeso en su tercer viaje
misionero, otros expertos la datan en el año 57 d.C. en
Éfeso o en Macedonia.

10.- Carta a los Efesios

La Epístola a los efesios es una de las cartas
escritas por San Pablo que se recogen en la Biblia como uno de
los Libros del Nuevo Testamento. Se atribuye su escritura a Pablo
de Tarso en Roma para sus seguidores de la Iglesia de
Éfeso, en Asia Menor, alrededor del mismo tiempo de la
escritura de la Epístola a los colosenses, teniendo ambos
textos muchos puntos en común.

Pese a que lleva la firma de Pablo, según el
profesor Antonio Piñero, en su libro Guía para
entender el Nuevo Testamento
, la mayoría de los
eruditos consideran que no fue escrita por él sino por
algún discípulo suyo, atribuyéndola a su
maestro.

El tema central de esta Carta es el de la Iglesia como
Cuerpo de Cristo, aun cuando trata también otros temas
como la vocación a la santidad, la adopción filial,
la redención o el sello del Espíritu Santo. Pero la
segunda parte de esta Carta a los Efesios se dirige a la vida
práctica del cristiano: nueva vida en comunidad con el
Espíritu Santo, trabajo comunitario en la Iglesia,
matrimonio y familia, así como una lista de armas
espirituales contra el Mal.

Un interés grande de la Carta es Cristo
resucitado, pero sin aludir a la Parusía o segunda venida
de Cristo, que es un tema paulino de gran importancia. Esta Carta
es de un estilo redundante, además de que hay diferencias
de lenguaje y estilo, de doctrina y de contenido, si la
comparamos con otras Cartas de Pablo, lo cual hace que se dude en
la actualidad acerca de su autenticidad paulina.

Según los seguidores del cristianismo, este es
quizás el libro más profundo existente acerca de la
iglesia, el cual toca las mayores profundidades de la doctrina
cristiana, y escala las alturas de la experiencia
cristiana.

11.- Carta a los Filipenses

Es una carta escrita por Pablo de Tarso a los cristianos
de Filipos. Escrita alrededor del año 61 d. C. en una
prisión de Roma, consta de 4 capítulos. Su
propósito principal fue agradecer a los cristianos de
Filipos la ofrenda que ellos le enviaron. Pablo trata
también temas como la humildad, el gozo, la unidad y la
vida cristiana. Filipos era una ciudad griega de la provincia de
Macedonia, donde Pablo había fundado una comunidad
cristiana cerca del año 50 d. C. durante su segunda gira
misional.

La Iglesia de Filipos es la primera que Pablo
fundó en Europa en el transcurso de su segundo viaje. Los
filipenses fueron los más adictos al Apóstol; era
su Iglesia predilecta. Esta Carta la envió con Epafrodito,
cristiano que visitó a Pablo trayéndole ayuda
económica de parte de los filipenses. Epafrodito
enfermó y al recuperarse regresó a Filipos con la
Carta de Pablo.

Esta carta no tiene un plan sistemático de
doctrina; es más bien la conversación afectuosa
entre un padre y sus queridos hijos, a quienes anima a perseverar
en la humildad, y les previene contra los judaizantes (Filipenses
3:2). El tono predominante en esta carta es el de la
alegría. Es un ardiente afecto apostólico de Pablo
hacia la comunidad que él formó y a la que tanto
estima, y a la que exhorta, estimula y anima porque es gozo y
corona (Filipenses 4:1). Tradicionalmente se considera que esta
carta fue escrita en Roma entre los años 61 al 63
d.C.

Filipos, ciudad de Macedonia, fue famosa por la batalla
librada en el año 42 a.C. entre Octavio y Antonio de una
parte, y por Bruto y Casio por la otra. Octavio, el vencedor, dio
a la ciudad la categoría de colonia romana. Pablo
predicó en esta ciudad por primera vez, acompañado
de Silas,

Timoteo y Lucas, hacia el año 51 d.C., iniciando
así su apostolado europeo (Hechos 16:12-40). Pablo anima a
los filipenses a seguir en el amor, en la unión y en la
humildad.

12.- Carta a los Colosenses

Es una breve carta dirigida a los cristianos de la
ciudad de Colosas, en Frigia, al sudoeste de Asia Menor. La carta
se presenta como obra de Pablo de Tarso, autor de otras
epístolas incluidas en el Nuevo Testamento, y la
tradición eclesiástica no cuestionó su
autoría. Sin embargo, desde principios del siglo XIX se ha
puesto en duda que fuese Pablo su verdadero autor. En la
actualidad su autoría está discutida.

En la epístola hay elementos que permiten afirmar
que fue escrita en prisión (4:10 – 4:16). Por ello los
partidarios de la autoría de Pablo consideran que fue
escrita durante alguno de los períodos de encarcelamiento
del apóstol narrados en los Hechos de los
Apóstoles: su primera prisión en Roma, durante la
cual disfrutó de una relativa libertad para predicar (Hch
28,16-28), su segundo encarcelamiento en dicha ciudad, su
prisión en Cesarea Marítima (Hch 23,12-27,), o
incluso en Éfeso (Hch 9). En todo caso, debió ser
compuesta poco antes de la Epístola a los Efesios. Quienes
niegan la autoría paulina, en general, no se pronuncian
sobre una fecha y lugar de composición concretos, aunque
consideran que debió de ser escrita en fecha relativamente
próxima a la muerte del apóstol, y, en todo caso,
antes de Efesios. Los autores que aceptan su atribución a
Pablo en Roma durante su primer encarcelamiento allí,
probablemente en la primavera de 57 o, según otros, en el
año 62. Poco después escribió la
Epístola a los efesios.

Eprafas, amigo y colaborador de Pablo, es quien
había evangelizado la ciudad y comentó al
Apóstol acerca del amor de los colosenses, así como
del peligro que corrían los colosenses con algunas
enseñanzas equivocadas. Al parecer ellos daban demasiada
importancia a los ángeles, a las costumbres festivas y a
las reglas del comer, y no daban la suficiente importancia a
cristo.

Por esto Pablo escribe esta carta y da toda la
preferencia y prioridad a Cristo, quien es superior a todo, el
primero en todo, está por encima de todo, y todo ha sido
creado por El y para El (Colosenses 1:15- 19). Por
Cristo el cristiano se libera del falso culto y de las reglas
exageradas, y es llamado a una vida nueva en el amor
por Cristo y por su Mensaje.

Eprafas advierte igualmente a Pablo sobre los falsos
predicadores, y por ello el Apóstol pone en guardia a los
cristianos haciendo una hermosa exposición del Ministerio
de Cristo: la primacía de Cristo, jefe y cabeza de su
Iglesia, la cual es su Cuerpo. Cristo, por su Sangre, es el
único mediador, por encima de ángeles y de toda
criatura. En esta Carta se explica mejor que en otras la doctrina
de la persona de Cristo: Dios y Hombre.

Colosenses es una carta cristológica por
excelencia. Por su exposición dogmática, esta carta
tiene un verdadero programa de vida cristiana. Se lee en la
liturgia del Domingo de Resurrección.

13.- Primera Carta a los
Tesalonicenses

Como su nombre indica, se trata de una epístola
dirigida a la comunidad cristiana de Tesalónica y se dice
primera porque existe también una segunda carta
en el canon bíblico, dirigida a esta misma comunidad. Por
su temática, se puede considerar una obra de la
escatología cristiana, sin menoscabo de que también
contiene una exhortación moral y un extenso apunte
biográfico, que ocupa la mitad de la carta, y donde Pablo
desgrana recuerdos de su prédica.

Como todas las cartas de Pablo, 1 Tesalonicenses
está inmersa en un contexto histórico complejo sin
cuyo conocimiento es imposible interpretar correctamente su
contenido. Para situar dicho contexto es menester, sin embargo,
decidir el peso que se va a asignar a los distintos relatos que
lega la tradición, dado que a veces no armonizan bien o
directamente se contradicen. Dependiendo de esos pesos nos
habremos adscrito a una u otra escuela. En el caso de 1
Tesalonicenses, los documentos relevantes son la propia
epístola y el libro neotestamentario de los Hechos de los
apóstoles.

Con todo este material se pueden reconstruir con cierta
seguridad6 los largos preliminares y la circunstancia final en
que Pablo escribió la epístola. Las personas son
muy importantes porque, una vez roto el círculo de sus
colaboradores antioquenos, Silas entre ellos, en esta etapa de la
vida de Pablo se consolidan nuevos nombres que, como Lucas o
Timoteo, han pasado a formar parte plena y destacada de la
tradición cristiana.

Tesalónica era por aquel entonces la capital de
Macedonia, al norte de Grecia. Fue fundada por el rey Casandro
hacia el año 315 a.C. y llamada tesalónica por ser
éste el nombre de su esposa, que era hermana de Alejandro
Magno. Hacia el año 148 a.C. la ciudad cayó bajo la
dominación romana.

En tesalónica Pablo convirtió a algunos
judíos y a muchos paganos. Este éxito de Pablo
provocó el odio de los judíos incrédulos,
obligando al Apóstol a marcharse del lugar sin haber
podido instalar convenientemente a los recién convertidos.
Después Timoteo informó a Pablo sobre la
preocupación de estos primeros cristianos, acerca de la
suerte de los fieles que fallecieran antes de la Parusía o
regreso de Cristo, la cual esperaban de modo
inminente.

Es posible que haya sido la primera de las
Epístolas de Pablo, escrita hacia fines del año 52,
tras el regreso de Timoteo desde Macedonia, puesto que transmite
sus comentarios sobre el estado de la Iglesia en
Tesalónica (Hechos 18:1-5; 1Tesalonicenses 3:6). Pablo
emplea la carta como medio para corregir la iglesia tesalonicense
y proporcionarles instrucción moral; se destacan en ella
los temas del martirio por Jesús y la fe en la proximidad
de la segunda venida, la Parusía.

En resumen, Pablo les expresa que el cristianismo debe
vivir siempre en un estado de expectación permanente, pero
de manera serena y gozosa, ya que la muerte puede llegar en
cualquier momento.

14.- Segunda carta a los
Tesalonicenses

Partes: 1, 2, 3
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